viernes, 4 de marzo de 2011

Sospechoso

Sucedió durante una performance en un lugar maravilloso que ya no existe y que estaba en el número 13 de una calle de la ciudad de B.

Estaba lleno a rebosar y yo me senté con una amiga en un escalón. Se hizo el oscuro y ahí empezó todo. D. salió maquillado a buscar su corazón. Todos vibrábamos, jovencitos corazones en nuestro pecho, con su actuación, cuando, de repente suena un teléfono móvil. El clásico sonido de un viejo Motorola:


Y ahí estaba yo, aguantando el tipo y mirando al infinito. Intentando controlar todos los músculos de mi cuerpo para que nada delatara que aquel teléfono que algún insensato se había olvidado de apagar era el mío. Lo peor no fue dejar que sonara el teléfono jodiendo la actuación de D., no. Lo peor fue mi expresión de desaprovación, el chasquido de linguo-palatal de fastidio y el medio-soplido, sí, ese gesto-sonido que dice "¡Joder, tío! ¡Me parece increíble!".

A partir de ahí, cuando alguien se indigna mucho, siempre sospecho.